Dulce Navidad

La lluvia caló todos y cada uno de sus huesos. Su barba había crecido mucho, casi tanto como su pelo, ahora destartalado, que llevaba más abajo de los hombros. Paseaba por la ciudad, escuchando sin poder evitar, canciones navideñas que le remolcaban, tristemente, a los años que había intentado olvidar tantas veces. Había conseguido llegar a fin de mes y para celebrarlo, se había comprado unos guantes de algodón.

La noche se hizo eterna. Los relámpagos alumbraban su oscura Navidad. Estaba solo, sentado cerca de su casa que ya no sentía tan suya. Le habían embargado sin preguntarle acaso el porqué de su retraso. Sin pudor, sin tiempo. Porque a veces escuchar duele mucho.

Cogió unos cartones y buscó cobijo en un pequeño portal. No derramó ni una lágrima.

Había conseguido que el cielo llorara por él.
1 Response
  1. coco Says:

    Tú también transmites mucho cuando escribes. Feliz soledad.